domingo, 22 de agosto de 2010

Gatos y mariposas

Vivo en un piso de cuatro balcones, en una ciudad calurosa. Una ciudad tan calurosa como llena de luz, donde llegué un poco de casualidad; nací en otra ciudad, preciosa y aún más llena de luz y alegría, donde pocos jóvenes consiguen tener un futuro digno. Huí sin mirar atrás, sabiendo que allí no podría progresar... Y al cabo del tiempo terminé aquí...

En la casa de los cuatro balcones, los días pasan, unos más alegres, otros menos y algunos tristes... pero siempre en buena compañía. Siempre me espera mi amor y mis dos pitufas.
Mi amor, el que siempre me espera, el que aguanta estoicamente mis ataques de ira, impotencia y tristeza. Me enfurruño como un gato, pero sólo él sabe sacarme esa sonrisa que necesito (aunque a veces también me saque de quicio). Es mi familia, la familia que he elegido y con la que quiero compartir mis días.
Mis pitufas, Kara y Sookie, son dos gatitas que me alegran los días con su cariño y sus travesuras. Tan independientes como dependientes, cuando menos te lo esperas te sorprenden con una de las suyas.

Todos los dias tengo una historia nueva... mi indecisión me juega malas pasadas aunque normalmente sé tomar buenas decisiones.

Pase lo que pase, cuando llega la noche, en la alcoba, siempre intento antes de dormir que mi amor me regale una de esas sonrisas que sólo él sabe darme, con hoyitos, pura, linda. Siento como en los pies se acomodan un par de bultos juguetones. Abrazo a mi amor, cierro los ojos y siento cómo empiezan a volar mariposas alrededor. Siento que la vida me traerá cosas mejores. Me siento volar y, como si fuera magia, la alcoba se va transformando en un santuario. 

Ellos son mi hogar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario